jueves, 30 de agosto de 2012

Biografia


Carlos Mugica
(1930 - 1974)
 Cuyo nombre completo era Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe, fue un sacerdote argentino vinculado al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y a las luchas populares de la Argentina de las décadas de 1960 y 1970. La mayor parte de su labor comunitaria tomó lugar en la Villa de Retiro, que extraoficialmente lleva su nombre. Fue el fundador de la parroquia Cristo Obrero.
Nació el 7 de octubre de 1930, en la cuidad de buenos aires, hijo de una familia de clase alta, ofrendio su vida por los mas humildes, incluso conociendo de antemano que esa era una posibilidad demasiado cercana. Curso el ciclo primario en la escuela Cinco Esquinas (Libertad y Quintana), el secundario en Colegio Nacional Buenos Aires, donde por problemas de conducta debio rendir tercer y cuarto año en el instituto Libre de Segunda Enseñanza.
En 1949 comienza en la Universidad de Buenos Aires sus estudios de Derecho (durante dos años), decide viajar a Europa donde comienza a madurar su idea de ingresar en el seminario que concretara en 1952.
La primera obra que escribe este "cura rubio" en 1957 se trata del católico frente a los partidos políticos y la produce para la revista del Seminario.
Tras ocho años de estudios, es ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1959. Acompañando a su antiguo párroco al Chaco, descubre y vivencia el subdesarollo y la pobreza en su máxima expresión. Entre los años 1960 a 1963, estuvo cumpliendo funciones al servicio del Cardenal Antonio Caggiano quien lo destinó como vicario cooperador a la parroquia Nuestra Señora del Socorro. En la misma época fue solicitado por la escuela "Paulina de Mallinkrodt".
A comienzos de 1960, el Cardenal Antonio Caggiano le propone desempeñarse como uno de sus secretarios en la curia.
En el año 1967 había decidido interrumpir toda actividad por un año dirigiéndose a Paris para estudiar, en el Instituto Católico, Epistemología y Semiología, Doctrina social de la iglesia, y Comunicación social y teología. Fue en parís, donde Mugica tomó conocimiento por carta, de la existencia del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y automáticamente envió su adhesión incondicional.
La Parroquia San Martín de Tours decide abrir una capilla en la villa Retiro y le ofrece al Padre su desempeño, allí comienza la obra con la gente de la villa. En el barrio comunicaciones se levanto la capilla “Cristo Obrero” en la cual el padre ejerció la máxima actividad pastoral entre sus “hermanos villeros”
La ola de violencia que afectaba al país con el gobierno de facto del General Onaganía, lo llevó a reflexionar sobre la violencia institucionalizada y la violencia revolucionaria. La postura de Mugica y su cercanía a miembros de la Organización Montoneros, tiempo atrás, además de una actitud, podría decirse, poco clara sobre la violencia, lo llevaron a la cárcel. El arzobispo Juan C. Aramburu, suspendió al Padre Mugica en sus licencias ministeriales por treinta días, noticia que a Mugica le llego a través de los diarios en la prisión .
En 1974 Mugica terminó de escribir el texto de la “Misa para el Tercer Mundo”; se multiplicaron las amenazas de muerte.
El 11 de mayo de 1974 fue emboscado cuando se disponía a subir a su automóvil Renault 4 azul estacionado en la puerta de la iglesia de San Francisco Solano de la calle Zelada 4771 en el barrio porteño de Villa Luro donde acababa de celebrar misa a las ocho y cuarto de la noche el padre Mugica fue tiroteado por un individuo que seria Rodolfo Eduardo Almirón, jefe de la “nefasta Triple A” . Cinco disparos de ametralladora le afectaron el abdomen y un pulmón; el Padre Vernazza al oír los disparo salió de la iglesia y corrió a darle la unción.
En el entierro los villeros que tanto lo querían llevaron a hombros desde la villa de Retiro hasta el cementerio de la Recoleta, el féretro del “cura rubio”. Con el tiempo, la opinión mayoritaria se inclinó por imputar el crimen a la organización de derecha Alianza Anticomunista Argentina (La Triple A), orientada por el mencionado ministro.
Según algunas versiones de testigos, el autor del hecho fue un individuo con bigotes, quien se cree que era Rodolfo Eduardo Almirón, cabecilla de dicha organización, baleándolo con varios disparos con una ametralladora Ingram MAC-10 que le afectaron seriamente el abdomen y el tórax, falleciendo a los pocos minutos al ser trasladado a un hospital cercano.
Es considerado por sus seguidores como un ejemplo de coherencia entre las ideas y la acción, y de fortaleza de fe, la cual trabajaba constantemente, instando a quienes le rodeaban a no claudicar e insistir en la oración y la entrega a Dios.
Actualmente la tumba del Padre Mugica se encuentra en la capilla Cristo Obrero de la Villa 31 de Retiro.

El padre Mugica cuenta su historia



“Nací en el palacio Ugarteche, creo que lo llaman el palacio de los Patos y siempre viví en Barrio Norte; el colegio, mis amigos eran todos como yo. Mi familia tenía una honda fe cristiana y fui criado en un clima de piedad religiosa; pero era una fe trascendentalista,  muy preocupada por la salvación del alma, que no turbaba para nada la conformidad que sentíamos hacia todo lo que nos rodeaba. El otro mundo, el mundo de los humildes, no lo conocía. Me acuerdo sí, de un amigo del barrio, Giménez, hoy estanciero, que era distinto; tenía una forma especial de hablar con los pobres: simplemente se daba, me acuerdo de él por eso: porque se daba; se daba más que yo. Yo soy hincha fanático de Racing, me gustaba mucho ir a la cancha. A mi padre no le sobraba la plata: éramos siete hermanos. Entonces a mí me daba un peso por semana; la popular en ese tiempo valía 50 centavos… yo iba a la popular con Nico, el hijo de la cocinera. En la cancha, durante el viaje de ida y al regreso, Nico y yo, compartíamos las mismas cosas; además éramos iguales, bueno… bueno éramos todos iguales: era la alegría simple del pueblo y Nico y yo estábamos allí. El mundo de la burguesía, en cambio, es el mundo de las diferencias; está la puerta de servicio y la entrada de la gente; una comida para el personal de servicio y una comida para los patrones. Con el fútbol me agarraba unas ronqueras bárbaras, pero, además tenía problemas de conciencia. Yo era muy piadoso… y en mis oraciones le pedía siempre a Dios que ganara Racing el domingo, mi hermano Alejandro era de River, y él le pedía a Dios que ganara River…yo pensaba ‘ahora no se como se va arreglar Dios, y bueno…entonces habrá empate’.”

“Era un muchacho piadoso y, a mi manera, feliz. Primero, iba aprender que había otra clase de felicidad…después lo otro: otra clase de piedad. Me acuerdo que un día charlando con mi confesor, el entonces padre Aguirre, hoy obispo de San Isidro, le dije: ‘Padre, hoy me siento un tipo feliz: primero, porque hay una chica que creo me lleva el apunte; segundo, porque Fangio acaba de ser campeón mundial y tercero, porque Racing va primero’. Esa era toda mi problemática en aquella época. Pienso que mi vida se hubiera derrumbado si Fangio volcaba con el coche o Racing perdía dos a cero. El padre Aguirre se sonrió y me dijo: ‘Mirá, yo creo que la felicidad depende de cosas más profundas…’; después lo descubrí. Un tipo extraordinario el padre Aguirre, era un hombre que se daba, un hombre que vivía para los demás. A él, después de Dios y mi madre le debo la vocación sacerdotal. Además me hizo pensar por primera vez, que la felicidad no está en las cosas de uno, sino en las cosas de los demás. Por todo eso, creo que es una de las personas importantes en mi vida. Fue un encuentro decisivo; el otro vendría mucho después… cuando estrellé con un letrero escrito en el sueño de un callejón. Mi mundo era un mundo homogéneo y sin conflictos, en el que, sin embargo, el padre Aguirre había abierto la primera, pequeñísima brecha; todavía mi piedad y mi felicidad vestían su vieja piel. Hasta los diecinueve años no se me había cruzado por la cabeza que yo podría ser sacerdote. A los veintiún años entré en el seminario: estaba todavía en tercer año de Derecho. La enseñanza que daban en el seminario, la lectura y la meditación de la Biblia, donde está indicado claramente que Dios viene por todos, pero que, principalmente Dios viene para los pobres, me habían hecho ver que el sacerdote está llamado a una vida austera, abierta a la vida de los humildes. Todavía era seminarista y entré a trabajar al lado del padre Iriarte, hoy obispo de Reconquista, que era teniente cura en la parroquia de Santa Rosa. El padre Iriarte visitaba a la gente de la parroquia; no la esperaba, la iba a buscar. No se trataba solamente de ir con la palabra de Dios; se trataba de recoger la palabra de los hombres. Tratábamos de hablar con la gente, de comprender. Era un barrio popular y la gente humilde siempre tiene problemas; había por supuesto, que evangelizar, llevar a cada uno la seguridad de que todos eran hijos de Dios, pero aparte, había que tratar de llegar a todo lo demás. A fines de 1954 y durante todo el año 55, íbamos con el padre Iriarte a visitar a la gente en sus casas. Una vez por semana, íbamos a un conventillo que quedaba en la calle Catamarca y charlábamos con la gente. Yo preparaba unos muchachos que luego tomaron la primera comunión; los domingos jugábamos al fútbol. Como en aquellas idas a la cancha con Nico, era mi otra gran experiencia de ese mundo, el mundo de los humildes del cual yo había vivido siempre distante. Pero esta vez, me iba a dar cuenta que era más adentro, bien adentro.”
“Eran los días finales del gobierno peronista. En mi familia, mi padre estaba prófugo y tenía dos hermanos en Villa Devoto. En el Barrio Norte se echaron a vuelo las campanas y yo participé del júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón. Una noche, fui al conventillo como de costumbre. Tenía que atravesar un callejón medio a oscuras y de pronto, bajo la luz muy tenue de la única bombita, vi escrito, con tiza y en letras bien grandes: ‘Sin Perón, no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos’. La gente del conventillo me conocía bien, yo había intimado bastante con ella durante todo ese tiempo (después seguí yendo, casi todo el año 56). Sin embargo, para mí lo que ví escrito fue un golpe: esa noche fue el otro momento decisivo en mi vida. En la casa encontré a la gente aplastada, con una gran tristeza. Yo era un miembro de la Iglesia y ellos le atribuían a la Iglesia parte de la responsabilidad de la caída de Perón. Me sentí bastante incómodo, aunque no me dijeron nada. Cuando salí a la calle aspiré en el barrio la tristeza. La gente humilde estaba de duelo por la caída de Perón.”

“Y si la gente humilde estable duelo, entonces yo estaba descolocado: yo estaba en la vereda de enfrente. Me acordé de María. Había ocurrido hacía mucho tiempo; lo tenía olvidado. Un verano había ido con mi hermano, en las vacaciones, al campo. Desde entonces les escribí a mis padres. En la despedida de la carta había puesto: ‘Saludos a las sirvientas’. Cuando volvimos de afuera María me dijo: ‘Carlos, nosotros no somos sirvientas: somos seres humanos’. Era la misma cosa que el letrero del callejón. Si María hubiera escrito en una de las paredes de mi casa ‘… somos seres humanos’, bueno… se lo hubieran hecho borrar o tal vez la hubieran echado. Sí, yo estaba en la vereda de enfrente. Ahora la gente pobre estaba de duelo y debía pensar en el significado de esa tristeza. Cuando volvía a casa, a mi mundo que en esos momentos estaba paladeando la victoria, sentí que algo de ese mundo, ya, se había derrumbado. Pero me gustó.”

martes, 28 de agosto de 2012

El viaje

El Che Guevara fue asesinado el 9 de octubre de 1967 en Bolivia luego de ser detenido por el ejército. Por esos días Mugica tenía decidido viajar a Francia para estudiar Epistemología y Comunicación Social en el Instituto Católico. Previo a su viaje a París hizo una escala en La Paz, Bolivia, donde intentó ser recibido por René Barrientos presidente de ese país. Una de las causas que lo habían decidió a tomar distancia del país eran las discrepancias que habían surgido en el seno del comando Camilo Torres.
La muerte del Che lo afectó profundamente, ni bien se enteró concurrió a darle las condolencias a la familia y se propuso intentar la repatriación del cuerpo del Che y solicitar la liberación de algunos guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional, en su viaje a Bolivia llevó una carta de Roberto Guevara el hermano del Ché y del obispo Jerónimo Podestá pero el presidente de Bolivia no lo recibió y por lo que no pudo concretar la misión que se había impuesto.
Luego viajó a París donde apenas tuvo tiempo para instalarse,  porque a continuación viajó apresuradamente a Glasgow, Escocia, el 18 de octubre de 1967 el equipo del que era asesor espiritual e hincha, el Racing Club, jugaba por la Copa Intercontinental contra el Celtic, en ese partido el equipo fue derrotado pero logró consagrarse campeón del mundo en el desempate en Montevideo con el mítico gol del Chango Cárdenas. Sin haberlo programado Mugica se sorprendió al encontrase con John William Cooke que también había viajado para ver el partido, éste lo invitó  a visitar Cuba donde residía.
Ya instalado en París se sintió conmovido al leer la carta de Perón sobre el Che Guevara, decía la misiva: “Compañeros: con  profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto “Che” Guevara. Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del Peronismo. Nada más absurdo. Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina. No faltarán quienes pretendan empalidecer su figura. La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho  irreversible. El Peronismo rinde un homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto “Che” Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de la revoluciones nacionales en Latinoamérica”.
El 15 de agosto de 1967 se produce una reunión de 18 obispos, 10 de los cuales eran latinoamericanos pero no había entre ellos ningún argentino, 9 eran brasileros,  elaboraron un documento que fue profusamente distribuido entre los sacerdotes de todo el mundo. El obispo más conocido era Helder Cámara y esa reunión fue el inicio de lo que se conoció como Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM).
El documento decía: “los cristianos tienen el deber de mostrar que el verdadero socialismo es el cristianismo integralmente vivido, en el justo reparto de los bienes y la igualdad fundamental de todos. Lejos de contrariarse con él, sepamos adherirlo con alegría, como a una forma de vida social mejor adaptada a nuestro tiempo y más conforme con el espíritu del Evangelio”.
En octubre de ese año el sacerdote Miguel Ramondetti viajó a Goya Corrientes a reunirse con el Obispo Miguel Devoto que era uno de los referentes de los curas jóvenes con deseos de modificar las viejas estructuras eclesiásticas. En dicha entrevista Devoto le mostró una copia del documento firmado por los 18 obispos, el texto estaba escrito en francés, y le sugirió que lo analizara detenidamente.
Ramondetti se sintió conmovido luego de leer el documento, posteriormente se reunió con Rodolfo Ricciardelli y Andrés Lanson, los tres decidieron traducirlo al castellano y difundirlo a lo largo del país e incluso en el exterior, pues Mugica que se encontraba en París recibió una copia, ni bien lo leyó envió su adhesión. En total 270 sacerdotes argentinos firmaron un documento de apoyo que fue remitido a Helder Cámara.
Mugica fue testigo presencial de la rebelión estudiantil y obrera en  mayo de 1968 en París, si bien debía cuidarse de no ser detenido porque los extranjeros que participaban de las protestas eran deportados de inmediato.
Uno de los enfrentamientos entre los estudiantes y la policía concluyó con 600 de detenidos, en las refriegas posteriores se llegaron a contabilizar unos 1000 heridos. Ante la resistencia estudiantil el gobierno debió ceder liberando a los detenidos y permitiendo la apertura de la Soborna que había clausurado. Con el correr de los días los sindicatos declararon la huelga general y algunas fábricas fueron ocupadas por los trabajadores.

domingo, 26 de agosto de 2012

La visita a Peron

Apenas dos días antes en Taco Ralo, una pequeña localidad tucumana ubicada a 120 km. de la capital provincial, la policía detiene a 13 miembros de un grupo armado que conformaban el Comando Montonero 17 de octubre de la Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), lideraba el grupo Envar El Kadri.

 

martes, 21 de agosto de 2012

El asesinato

El sábado 11 de mayo de 1974 a las 14:30 Mugica fue a la Villa de Retiro a jugar un partido de futbol, luego se dirigió a la parroquia San Francisco Solano ubicada en Zelada 4771 de la Capital Federal, donde a las 19 horas ofició una misa, en el último banco se había ubicado uno de sus asesinos, el subcomisario Rodolfo Almirón, jefe de la triple A.
Mugica sale de la iglesia después de haber charlado con feligreses y amigos, cuando se dirige a su auto Almirón le grita “Padre Carlos” al darse vuelta recibe una ráfaga de ametralladora 9 mm, cuatro proyectiles impactan en su cuerpo. También resulta herido su amigo el padre Capelli. El asesino se dirige rápidamente a un auto ocupando el lugar del acompañante donde huyen. También participaron del asesinato los expolicías Morales y Edwin Duncan Farkuharson, éste último integraba también la Unidad Especial de Ministerio de Bienestar Social.
Ambos sacerdotes son trasladados al hospital Salaberry, donde Mugica fallece una hora después aproximadamente a las 22 horas, antes de morir un amigo le escucha decir: “Ahora más que nunca debemos estar junto al pueblo”.
Capelli fue sometido a varias intervenciones quirúrgicas, se enteró del fallecimiento de su amigo casi un año después.
En el velatorio de Mugica algunos dirigentes de la Juventud vinculada con la Tendencia fueron insultados y golpeados pues se sospechaba que Montoneros habían sido los responsables del crimen poco faltó para que se produjera un linchamiento. Su cuerpo fue velado en la parroquia San Francisco Solano y luego en la capilla Cristo Obrero de la Villa de Retino donde unos 50 sacerdotes oficiaron una misa a la muchedumbre que se había congregado, el féretro fue transportado a pulso desde Retiro a La Recoleta.

Montoneros salió a desmentir que ellos lo hubieran asesinado: “…a pesar de las diferencias que mantenía nuestra organización con algunas de las últimas posiciones públicas de Mugica, reivindicamos su acción como parte del campo popular” “El objetivo de este asesinato es ahondar y hacer insuperables esas diferencias “ y acusaban a las bandas armadas de derecha.
Mario Firmenich pidió una reunión con Alberto Devoto donde le negó la participación en el asesinato de Mugica. La agrupación Montoneros tenía razón nada tenían que ver con la muerte de Mugica pero el simple hecho que se sospechara de ellos ponía en evidencia hasta qué punto habían desviado el rumbo.
Los responsables del asesinato dieron muestra de una hipocresía sin límites, la revista El Caudillo que lo había señalado para como “subversivo” ahora le adjudicaba el carácter de “mártir del peronismo”. López Rega en tanto bautizó “Presbítero Carlos Mugica” a un barrio inaugurado en Ciudadela.
Cuando López Rega debió abandonar el país luego de un multitudinario acto convocado por la CGT para pedir su renuncia, lo hizo acompañado de Morales y Almirón, este último se conectó en España con grupos de ultraderecha y concluyó como jefe de seguridad de Manuel Fraga Iribarne, líder del Alianza Popular, el mismo partido que llevó años después a José María Aznar al gobierno.
Lopéz Rega fue detenido y extraditado desde los Estados Unidos en 1986, murió el 9 de junio de 1989 sin que tuviera una condena.
En abril de 1983 Fraga Iribarne decidió despedir a Almirón quién fuera detenido el 28 de diciembre de 2006, en el 2008 se concedió la extradición a Argentina, pero entre los crímenes que se le atribuían no se encontraba el asesinato de Mugica, pero sí los de Julio Troxler, Silvio Frondizi, Rodolfo Ortega Peña y Miguel Angel Mendiburu.
Morales se encontraba viviendo tranquilamente en un departamento del barrio de Palermo en el momento de su detención, murió en agosto de 2007.
El 13 de enero de 2009 fue detenido el director de la revista El Caudillo, que se encontraba prófugo desde el 2006, murió en abril de 2009 de Sida, pero la noticia se conoció un mes después hasta ese momento nadie había reclamado el cadáver.
La causa judicial por el asesinato de Mugica fue cerrada dos meses después de ocurrida la muerte, sin que el juez hubiese avanzado en lo más mínimo, fue reabierta 10 años después pero recién se reactivó en abril del 2008.
Durante la dictadura que comenzó en 1976 la política hacia las villas consistió en la erradicación violenta, la topadora era la herramienta de los dictadores para destruir esos barrios. Bussi en Tucumán cargaba trenes con inmigrantes de países limítrofes y los llevaba hasta la frontera, a los barrios que no podía erradicar los encerraba con altos murallones para que la desde afuera no se pudieran ver. En Capital Federal, el brigadier Cacciatore, admirado por Macri, erradicó las villas mediante la violencia y se vanagloriaba de haber dejado sin casa a 145000 personas sin el pago de indemnización alguna.
Cuatro meses después de la muerte de Mugica aparece un disco con letra de él, se llamaba la “Misa del Tercer Mundo”, todas las copias fueron secuestradas por la policía y se prohibió su presentación.
Alejandro Mugica, hermano de Carlos, quiso publicar una solicitada acusando a Lopez Rega por el asesinato, fue convencido por Bernardo Nestaudt y por Héctor Ricardo García que dicho acto significaría su muerte. Durante la dictadura fue secuestrado en julio de 1977, torturado durante 25 días siendo liberado luego.
El 9 de octubre de 1999 el cuerpo de Mugica regresó donde seguramente hubiera querido descansar, la villa de Retiro, en  la capilla Cristo Obrero que había construido. El cardenal Bergoglio participó de la ceremonia y reclamó: “por los asesinos materiales, por los ideólogos del crimen del padre Carlos y por los silencios cómplices de gran parte de la sociedad y de la Iglesia”
Otro sacerdote que participó de la ceremonia fue Eduardo de la Serna que es coordinador del Grupo de Sacerdotes en  la Opción por los Pobres, quién cuando fue asesinado Mugica era seminarista, sólo había podido concurrir al velatorio en la parroquia San Francisco Solano, pero no tuvo autorización de las autoridades del seminario  para concurrir al velatorio en la villa y al entierro. Dijo el padre de la Serna que le había quedado una espina clavada por no haber podido acompañar a Mugica hasta su última morada. Luego de 25 años esa espina fue quitada cuando pudo llevar el ataúd en el regreso del cuerpo a la Villa de Retiro, según este sacerdote: “Carlos Mugica fue  el primero de los cientos de mártires que la Iglesia argentina dio en nuestro tiempos recientes”.

Entrevista al padre mugica



¿Cuando usted eligió ser sacerdote no enarbolaba las mismas banderas?
En efecto. Ingresé al seminario hace 18 años, en 1951, y vivía en esa época, el catolicismo individualista, fiel al slogan "salva tu alma".

¿Qué significaba para usted ser sacerdote?
Salvar mi alma, es decir: ir al Cielo, buscar la felicidad, esa que está en Dios. Evidentemente era bastante egoísta mi actitud, aunque también entonces cambió radicalmente mi vida, porque fue cuando descubrí la alegría de vivir en Dios.

¿Quién es, qué es Dios?
Definitivamente, Dios no es una idea sino alguien. Dios es una persona que se entregó totalmente a mí y se dejó matar por mí. Para mí Cristo es mi Señor, mi amigo, mi maestro, mi modelo de vida. Su entrega tiene un valor especialísimo: Dios es un ser que en lugar de servirse del hombre se pone al servicio del hombre y por eso todo hombre que da su vida por los otros sea un ateo, un marxista, o lo que fuere, ése, verdaderamente se une a Cristo.

¿Quién consolidó en usted el cambio de actitud que se atribuye?
Un sacerdote francés, el abate Pierre, de quien todavía recuerdo una frase decisiva: "Antes de hablarle de Dios a una persona que no tiene techo es mejor conseguirle un techo". Es decir que conseguirle techo a una persona ya es hablarle de Dios. No nos olvidemos que Cristo curaba a los enfermos, les daba de comer a los que tenían hambre y de beber a los que tenían sed. Y no lo hacía para que después escucharan el sermón sino porque esa es su manera de amar: agarrando al hombre por entero. Antes de ingresar en el seminario yo tenía una visión maniquea de la existencia. El alma era buena y el cuerpo malo. Eso viene de Platón, y se metió en la Iglesia con San Agustín; aún perdura esa concepción, sobre todo en lo relativo al sexo. Pero estamos viviendo un amplio proceso de liberación para desterrar esa actitud individualista del seno de la Iglesia. Antes, como muchos de mis compañeros que luego también evolucionaron, yo estaba preocupado por la salvación de mi alma. Luego empecé a preguntarme ¿por qué salvar mi alma y no mi cuerpo cuando esa división no es, precisamente, una actitud cristiana? En la Biblia no se habla nunca de alma y cuerpo; la Biblia es un libro muy carnal, muy concreto, en el cual se define al hombre como polvo que respira.

¿Qué sucede entonces cuando muere un hombre? Es decir, ¿no es su alma, según las concepciones cristianas, la que asciende al Reino de los Cielos?
Insisto en la falsedad de esa concepción dual. Ningún teólogo podrá decir nunca que, después de muerto el hombre, el alma queda flotando en algún lugar. Es una visión tonta, materialista, de la resurrección. No sabemos mucho al respecto. Toda imagen que podamos tener después de la muerte de un hombre es muy pobre. Sabemos, sí, que vivirá en Dios. Y suponemos que eso significa que va a estar presente como persona en todos los seres.

Muchos cristianos siguen aferrados a esa concepción maniquea (alma: buena; cuerpo: malo). Y aún más: persisten en adoptar la posición que usted calificó de individualista. ¿A qué se debe?
A una visión distorsionada de la realidad. El cristianismo es esencialmente comunitario. No decimos "padre mío" sino "padre nuestro". Para entender claramente esto basta con acercarse al pueblo. Estar en contacto directo con él. Cuando yo estaba en el seminario iba a un conventillo de la calle Catamarca. Allí viví algo muy especial, trascendente en mi evolución; precisamente en el contacto con los hermanos míos del conventillo descubrí lo que ahora llamaría el subconsciente de Buenos Aires. El día que cayó Perón fui, como siempre al conventillo y encontré escrita en la puerta esta frase: "Sin Perón no hay patria ni Dios. Abajo los curas". Mientras tanto, en el barrio Norte se habían lanzado a tocar todas las campanas y yo mismo estaba contento con la caída de Perón. Eso revela la alineación en que vivía, propia de mi condición social, de la visión distorsionada de la realidad que yo tenía entonces, y también la Iglesia en la que militaba, aunque ya por esa época muchos sacerdotes vivían en contacto directo con su pueblo.

 ¿Qué papel supone usted que jugó la Iglesia en ese momento?
Pienso que entonces algunos sectores de la Iglesia estaban identificados con la oligarquía. No digo que la Iglesia volteó a Perón sino que contribuyó a voltearlo. Pero pienso que también había deterioro en las filas peronistas. Creo que el peronismo perdió fuerza revolucionaria desde la muerte de Evita
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 ¿Cuál cree que debe ser su verdadero compromiso con los argentinos, con su pueblo?
 Pienso, siguiendo las directivas del Episcopado, que debo actuar desde el pueblo y con el pueblo: vivir el compromiso a fondo, conocer las tristezas, las inquietudes, las alegrías de mi gente a fondo, sentirlas en carne propia. Todos los días voy a una villa miseria de Retiro, que se llama Comunicaciones. Allí aprendo y allí enseño el mensaje de Cristo..

 ¿Qué mensaje?
 Los signos concretos del mensaje de Cristo se pueden detectar cuando Él dice: "En esto se conocerá que ustedes son mis amigos, en el amor que se tengan unos a otros". Y el índice de mi adhesión al mensaje de Jesucristo es mi amor real, concreto, palpable, por mis hermanos.

¿Cómo se manifiesta, cómo se materializa ese amor?
Es muy significativo que el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo (versículos del 30 al 46) Cristo hable del Juicio Final en estos términos: "Cuando el hijo del hombre vuelva con sus ángeles a juzgar a los hombres los reunirá a todos en su presencia y va a separar a unos de otros como el pastor separa a las ovejas de los cabritos. Entonces va a decir a los de su derecha: vengan conmigo benditos de mi padre". Ahí se puede pensar, bueno, vengan conmigo benditos de mi padre porque fueron a pie a Luján, o porque tuvieron mucha devoción a San Cayetano, o porque hicieron y cumplieron muchas promesas, o porque dieron limosna a la Iglesia. Pero Cristo no va a decir eso. Va a decir: "Vengan conmigo, benditos de mi padre, porque tuve hambre y me dieron de comer, porque tuve sed y me dieron de beber, porque estuve en la cárcel y me vinieron a ver, porque estuve enfermo y me curaron, porque anduve desnudo y me vistieron". Es decir que en el Día del Juicio Final vamos a encontrar a la derecha de Dios a mucha gente que jamás pisó una iglesia y que sin embargo estuvo toda su vida amando a Jesucristo, porque estuvo amando de una manera eficaz a su prójimo, a sus hermanos. Y, lo contrario, Cristo va a decir a los de su izquierda estas palabras terribles: "Apártense de mí, malditos, al fuego eterno". ¿Por qué? Bueno, ahí podríamos pensar que porque no hicieron la comunión pascual, que porque no dieron limosnas. Y sin embargo, no. Cristo va a decirles: "Yo tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, estuve en la cárcel y no me vinieron a ver..." Y lo notable va a ser que algunos preguntarán: 'Pero Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y no te dimos de comer?' Y Cristo responderá: "Cada vez que no lo hicieron con uno de éstos". Y es en ese terreno donde se manifiesta mi amor, mi compromiso y el de todo hombre.

¿Quiénes cree usted que no se comprometen a ese nivel?
Aquellos que ven a un tipo sufrir en la villa miseria y dicen: "pobre". Aquellos que se compadecen pero pasan de largo y siguen viviendo como burgueses. San Agustín fue muy claro al respecto: "Hay muchos que parece que están adentro de la Iglesia y sin embargo están afuera". Es decir: son muchos los que fueron bautizados o tomaron la comunión pero no tienen amor concreto por su prójimo. Son cristianos muertos, no son cristianos. Por eso hay mucha gente que va a comulgar a misa, cree que comulga pero solamente traga la hostia. Cree que recibe la comunión y no se da cuenta de lo que eso quiere decir. Exactamente: común unión. Y si yo voy a recibir la comunión y soy racista, o sectario, o un explotador que oprime a su hermano, me dice San Pablo: "Ingiero el cuerpo del Señor indignamente; me trago y me bebo mi propia condenación". Porque vivir en el egoísmo, eso es el pecado. Aquel que se la pasa contemplándose el ombligo es un pobre hombre que ya tiene el infierno en vida, que vive en el pecado.
¿Qué entiende por pecado?
Pecar es negarse a amar. No hay pecado sexual: hay pecado contra el amor. Uno peca sexualmente cuando utiliza a una persona como cosa, como objeto. Por eso aquéllos que pretenden decir: "Ah, bueno, pero yo tuve relaciones con una prostituta, para descargarme...", esos pecan doblemente. Están contribuyendo con su actitud a mantener un estado de esclavitud, aunque sea aceptado por la persona a la que esclavizan.
Entonces son muchos los cristianos que viven en el pecado, que no aman.
Son todos aquellos que tienen una imagen desfigurada de Dios. Dios es para ellos el gran súper-yo-castrador y viven con Él una relación mítica, supersticiosa, mágica. Para ellos es un Dios que justifica la inmovilidad, un Dios que permite preguntas tales como "¿Y? ¿Qué vamos a hacerle si existen pobres y ricos?". Ése es el Dios que ataca Marx, ése es el Dios que hace creer a algunos que la religión es el opio de los pueblos. La verdadera fe cristiana, la auténtica fe en Cristo hace trizas esa creencia. Tener fe es amar al prójimo, y eso me moviliza a fondo, tanto como para dar la vida por mis hermanos, tanto como para brindarme íntegramente por ellos.

¿Inclusive hasta el punto de engendrar la violencia masivamente?
Ese es un problema demasiado complejo. Toda violencia es consecuencia del pecado del hombre, de su egoísmo. Ahora lo que sucede es esto: en concreto encontramos en América Latina -incluso en nuestro país- una situación de violencia institucionalizada. Es la violencia del hambre. Como dice Helder Cámara "El general hambre mata cada día más hombres que cualquier guerra". Es decir que existe la violencia del sistema, el desorden establecido. Frente a este desorden establecido yo, cristiano, tomo conciencia de que algo hay que hacer y me encuentro entre dos alternativas igualmente válidas: la de la no violencia en la línea de Luther King o la de la violencia en la línea del Che Guevara; hablando en cristiano la violencia en la línea de Camilo Torres. Y pienso que las dos opciones son legítimas. Es erróneo tratar de ideologizar el Evangelio. Decir, por ejemplo, como he oído: Cristo es un guerrillero. Él, personalmente, no fue violento, sólo en algunos casos concretos cuando echó, por ejemplo, a los mercaderes del templo a latigazos. Es decir, que Cristo fue solamente muy violento contra los ricos y los fariseos. Creo que la versión en cine menos alejada de lo que Él fue la da Pier Paolo Pasolini en su Evangelio según San Mateo.

¿Pero cuál es, cuál debe ser la actitud del cristiano ante lo que usted llama el desorden establecido, la violencia organizada del sistema?
Del Evangelio no podemos sacar en conclusión que hoy, ante el desorden establecido, el cristiano deba usar la fuerza. Pero tampoco podemos sacar en conclusión que no deba usarla. Cualquiera de las dos posiciones significaría ideologizar el Evangelio, que más que una ideología es un mensaje de vida. Pasará Marx, pasará el Che Guevara, pasará Mao, y Cristo quedará. Por eso pienso que es tan compatible con el Evangelio la posición de un Luther King como la ideología de un Camilo Torres.

¿En cuál de esas tendencias se enrolaría usted?
 Se me ocurre que actualmente en la de la no violencia. Como dijo Monseñor Devoto: "Yo no soy violento, pero no sé qué va a ser de mí si las cosas siguen así". Pero ojo: pienso que hay muchos que exaltan la no violencia ignorando lo que es. Porque Luther King, uno de sus principales teorizadores, fue asesinado. Es decir: la no violencia no es quedarse en el molde sino denunciar, poner bien de manifiesto la existencia de la violencia institucionalizada. Y para eso también hay que poner el cuero. Pero que esté claro: si yo ante el desorden establecido enfrento lo que llamo la contraviolencia y logro reducir la violencia total, es legítimo que la use. Pero si sólo exacerbo aún más la violencia del sistema contra el pueblo, no puedo menos que pensar que es contraproducente que la utilice.

Un cristiano, ¿tiene derecho a matar?
No lo sé. Lo que sí está claro es que tiene la obligación de morir por sus hermanos. Pienso que tenemos mucho miedo a la violencia por una actitud individualista. De repente nos escandalizamos porque alguien puso una bomba en la casa de un oligarca, pero no nos escandalizamos de que todos los días en las villas miserias o en el interior del país mueran niños famélicos porque sus padres ganan sueldos de archimiseria. La idea fundamental me parece que es ésta: el cristiano tiene que dar la vida por sus hermanos de una manera eficaz. Cada uno verá de acuerdo con su ideología, de acuerdo con la valoración particular que haga de la realidad, con la información que tenga, lo que tiene que hacer.

¿Cuál debe ser la función de un sacerdote en países desarrollados como Francia, Inglaterra o 
Italia?
 Sin duda la misma que en la Argentina, en Bolivia o en Paraguay. También hay explotadores y explotador en Francia (el subproletariado argelino, el subproletariado español), hay miseria, hay villas de emergencia. Yo a esos países los llamo subdesarrollantes, porque son países que viven de los pobres.

¿Qué piensa que deben hacer los sacerdotes en sociedades socialistas?
Cumplir con su función habitual: enseñar y amar. Yo no conozco China, pero tengo entendido que allí hay algo positivo: creo que ahora hay 700 millones de chinos que tienen pantalones y antes no sabían que era usarlos. Lo que me preocupa de China es que puede haber algo así como una especie de imperialismo cultural. Es decir, no me gusta que los chinos pretendan exportar su modelo de revolución a todo el mundo. Contra eso tendrían que combatir los sacerdotes, contra el dogmatismo político. Con respecto a los llamados países socialistas de Europa, pienso que son naciones que se encaminan cada día más rápidamente hacia el capitalismo, precisamente porque se metieron con corsé en el socialismo. De todas maneras no me cabe la menor duda de que los pueblos son los verdaderos artífices de su destino y, aunque yo personalmente crea que el sistema menos alejado de la moral y del Evangelio es el socialismo, se me ocurre que en la Argentina tenemos que hacer nuestra revolución, nuestro socialismo, que no necesariamente debe adaptarse a modelos preestablecidos. Además, estoy seguro de que ese proceso pasa, aquí, por el peronismo.

¿Cuál debe ser para usted la ingerencia de la Iglesia en cuestiones económicas y políticas? ¿Cómo justificar el poder económico, las relaciones de la Iglesia con el dinero?
No se trata de justificar sino de analizar. El gran escándalo del Concilio Vaticano II fue que se tuviera que hablar allí de la Iglesia de los Pobres, cuando lo natural es que si la Iglesia viviera de acuerdo con la orientación clarísima que le dio Jesucristo, de acuerdo a como fue la Iglesia los primeros siglos, cuando todos poseían sus bienes en común repartidos según las necesidades de los fieles, no debería haberse mencionado el asunto. El cristianismo empieza a degradarse cuando se desarrolla el espíritu de propiedad, y al reconocerlo Constantino (año 313) como religión oficial del Imperio, otorgándole a la Iglesia poder político. Lo natural, insisto, en el Concilio Vaticano, hubiera sido que se levantara un obispo y dijera: "Un momento. ¿Por qué la Iglesia de los Pobres? La Iglesia también es de los ricos". ¿Por qué? Porque la Iglesia también tiene que evangelizar a los ricos, entendiendo por evangelizar a los ricos, ayudarlos a dejar de serlo. Lo cual no significa que tire todo por la ventana sino que ponga todos sus bienes al servicio de la comunidad. Es evidente que es un problema, porque si viene un empresario católico y me dice: "Yo que me convertí, padre, yo quiero realmente vivir el Evangelio", no me queda otro remedio que contestarle que cambie radicalmente el enfoque de su empresa, dándole participación efectiva en las ganancias a todos sus trabajadores. Claro, así la empresa se va a fundir en 15 días porque la competencia la mata. Entonces la otra respuesta para un empresario que quiera vivir realmente el Evangelio está en que se platee seriamente el problema de la revolución.

Eso es lo mismo que dejar de ser empresario.
No necesariamente. Si Alberto José Armando viene a mí y me dice "yo quiero cambiar" le contesto que bueno, que le saque todo el jugo a los capitalistas que lo rodean y que con su fabulosas inventiva le cree al pueblo situaciones en las que pueda ser realmente protagonista de su destino.

A usted se lo acusa de pregonar una filosofía de vida casi rayana en el ascetismo, que no coincide con su manera de vivir, más acorde -se dice- con hombres de su misma extracción social.
Usted ve donde vivo: es un cuarto en una terraza de una casa de departamentos bacana, pero un cuarto al fin. Además es cierto: yo soy de origen oligarca, y eso tiene sus limitaciones. El hecho de que a mí nunca me haya faltado nada tal vez haya relativizado mi visión de las cosas. Pero también es cierto que a la oligarquía la conozco de adentro y sé, efectiva, concretamente, cuales son sus corrupciones. De todas maneras a mí no me falta absolutamente nada, pero trato de que me sobren cosas.

¿Cuáles son sus carencias afectivas? ¿No se siente frustrado como hombre?
No me siento frustrado en absoluto. Pienso que desde el momento en que contraje el compromiso de ser célibe ante Cristo y ante la comunidad me debo a él. Por supuesto el celibato presume una lucha cotidiana. No solamente la lucha en cuanto se refiere al impulso sexual sino en cuanto a la soledad. El problema profundo no es el de la ausencia de contacto carnal, sino la soledad, así, simplemente. Esa es una tensión que vivo permanentemente y por la cual tengo que estar muy sobre mí mismo porque fácilmente se puede desvirtuar mi afectividad.

¿Ese es uno de los principales conflictos que originó el éxodo de sacerdotes de la Iglesia?
Pienso que no, que las raíces de la crisis sacerdotal está en otro lado. Pienso que el sacerdote se siente inútil en muchos lugares; es decir: ha perdido el sentido de su vida. Para mí el sufrimiento más grande que puede tener un ser humano es sentirse demás y eso es lo que le pasa a muchos curas.

lunes, 20 de agosto de 2012

EL DESPERTA
DE LA REALIDAD

Su gran primer cambio, fue cuando decidió ser sacerdote, gracias al padre Aguirre. Él mismo dijo: "Un tipo extraordinario el padre Aguirre, era un hombre que se daba, un hombre que vivía para los demás. A él, después de Dios y mi madre le debo la vocación sacerdotal. Además me hizo pensar por primera vez, que la felicidad no está en las cosas de uno, sino en las cosas de los demás." Pero fue, tras la caída de Perón, cuando su corazón des-encubrió la realidad. Al ver la tristeza de la gente pobre del país ante el fin del gobierno de Perón, se cuestionó a sí mismo y también a la Iglesia, que se dedicaba a la gente de las clases media y alta. Vio una leyenda escrita en la pared que lo conmovió profundamente:"Sin Perón no hay Patria ni Dios. Abajo los cuervos". 

Los cuervos eran los curas. Quizás en ese momento supo que, si permanecía en el lugar de siempre, seguiría estando en la vereda de enfrente de "la gente humilde", se da cuenta que si él es de la oligarquía y está alegre por la caída del presidente, pero la gente sin nada está triste, evidentemente él se encuentra equivocado. 




Reaccionó a la realidad cuando se dio cuenta que los pobres son quienes sufren las mayores injusticias, generadas por las estructuras dominantes, controladas por los poderosos; y que la Iglesia, debía estar entre los pobres,que es donde está Dios, hacerse pobre y para los pobres, con el objeto de erradicar esa injusticia desde la raíz, por ningún motivo más que por esa injusticia. De hecho, intentó vivir como la gente humilde, haciéndose pobre.
La pobreza es la realidad. Y es una realidad de muerte, no sólo porque hay millones de personas que mueren, sino porque provoca la destrucción del humano como ser condescendiente con el otro, como ser misericordioso que alcanza la felicidad a partir de la búsqueda del bien del otro.
Realmente se dio cuenta de que debía saber ser próximo, al otro, al que sufre, no hablando sobre eso, sino accionando, dando todo de sí, desviviéndose por los demás para buscar el bien de ellos. Misericordia, como base fundamental, para el hombre, ya que lo es para Dios y Jesús y debería serlo para la iglesia. Misericordia, como principio que permite descentrarse de uno mismo. Misericordia, que es amor, amor que se encuentra en el principio de un proceso, o acción y que lo guía y forma, y lleva a hacer algo más que obras de misericordia, si no solucionando desde su origen los problemas.
Pero este principio, requiere de "enfrentarse" a los principios e intereses de las estructuras causantes del sufrimiento. Por lo tanto, lleva al desprecio y persecución por parte de las estructuras de poder que causan mal para beneficiarse. Por eso, el padre Mugica fue perseguido y amenazado. Y de hecho, murió por accionar con el principio de misericordia, al igual que Jesús.