martes, 21 de agosto de 2012

El asesinato

El sábado 11 de mayo de 1974 a las 14:30 Mugica fue a la Villa de Retiro a jugar un partido de futbol, luego se dirigió a la parroquia San Francisco Solano ubicada en Zelada 4771 de la Capital Federal, donde a las 19 horas ofició una misa, en el último banco se había ubicado uno de sus asesinos, el subcomisario Rodolfo Almirón, jefe de la triple A.
Mugica sale de la iglesia después de haber charlado con feligreses y amigos, cuando se dirige a su auto Almirón le grita “Padre Carlos” al darse vuelta recibe una ráfaga de ametralladora 9 mm, cuatro proyectiles impactan en su cuerpo. También resulta herido su amigo el padre Capelli. El asesino se dirige rápidamente a un auto ocupando el lugar del acompañante donde huyen. También participaron del asesinato los expolicías Morales y Edwin Duncan Farkuharson, éste último integraba también la Unidad Especial de Ministerio de Bienestar Social.
Ambos sacerdotes son trasladados al hospital Salaberry, donde Mugica fallece una hora después aproximadamente a las 22 horas, antes de morir un amigo le escucha decir: “Ahora más que nunca debemos estar junto al pueblo”.
Capelli fue sometido a varias intervenciones quirúrgicas, se enteró del fallecimiento de su amigo casi un año después.
En el velatorio de Mugica algunos dirigentes de la Juventud vinculada con la Tendencia fueron insultados y golpeados pues se sospechaba que Montoneros habían sido los responsables del crimen poco faltó para que se produjera un linchamiento. Su cuerpo fue velado en la parroquia San Francisco Solano y luego en la capilla Cristo Obrero de la Villa de Retino donde unos 50 sacerdotes oficiaron una misa a la muchedumbre que se había congregado, el féretro fue transportado a pulso desde Retiro a La Recoleta.

Montoneros salió a desmentir que ellos lo hubieran asesinado: “…a pesar de las diferencias que mantenía nuestra organización con algunas de las últimas posiciones públicas de Mugica, reivindicamos su acción como parte del campo popular” “El objetivo de este asesinato es ahondar y hacer insuperables esas diferencias “ y acusaban a las bandas armadas de derecha.
Mario Firmenich pidió una reunión con Alberto Devoto donde le negó la participación en el asesinato de Mugica. La agrupación Montoneros tenía razón nada tenían que ver con la muerte de Mugica pero el simple hecho que se sospechara de ellos ponía en evidencia hasta qué punto habían desviado el rumbo.
Los responsables del asesinato dieron muestra de una hipocresía sin límites, la revista El Caudillo que lo había señalado para como “subversivo” ahora le adjudicaba el carácter de “mártir del peronismo”. López Rega en tanto bautizó “Presbítero Carlos Mugica” a un barrio inaugurado en Ciudadela.
Cuando López Rega debió abandonar el país luego de un multitudinario acto convocado por la CGT para pedir su renuncia, lo hizo acompañado de Morales y Almirón, este último se conectó en España con grupos de ultraderecha y concluyó como jefe de seguridad de Manuel Fraga Iribarne, líder del Alianza Popular, el mismo partido que llevó años después a José María Aznar al gobierno.
Lopéz Rega fue detenido y extraditado desde los Estados Unidos en 1986, murió el 9 de junio de 1989 sin que tuviera una condena.
En abril de 1983 Fraga Iribarne decidió despedir a Almirón quién fuera detenido el 28 de diciembre de 2006, en el 2008 se concedió la extradición a Argentina, pero entre los crímenes que se le atribuían no se encontraba el asesinato de Mugica, pero sí los de Julio Troxler, Silvio Frondizi, Rodolfo Ortega Peña y Miguel Angel Mendiburu.
Morales se encontraba viviendo tranquilamente en un departamento del barrio de Palermo en el momento de su detención, murió en agosto de 2007.
El 13 de enero de 2009 fue detenido el director de la revista El Caudillo, que se encontraba prófugo desde el 2006, murió en abril de 2009 de Sida, pero la noticia se conoció un mes después hasta ese momento nadie había reclamado el cadáver.
La causa judicial por el asesinato de Mugica fue cerrada dos meses después de ocurrida la muerte, sin que el juez hubiese avanzado en lo más mínimo, fue reabierta 10 años después pero recién se reactivó en abril del 2008.
Durante la dictadura que comenzó en 1976 la política hacia las villas consistió en la erradicación violenta, la topadora era la herramienta de los dictadores para destruir esos barrios. Bussi en Tucumán cargaba trenes con inmigrantes de países limítrofes y los llevaba hasta la frontera, a los barrios que no podía erradicar los encerraba con altos murallones para que la desde afuera no se pudieran ver. En Capital Federal, el brigadier Cacciatore, admirado por Macri, erradicó las villas mediante la violencia y se vanagloriaba de haber dejado sin casa a 145000 personas sin el pago de indemnización alguna.
Cuatro meses después de la muerte de Mugica aparece un disco con letra de él, se llamaba la “Misa del Tercer Mundo”, todas las copias fueron secuestradas por la policía y se prohibió su presentación.
Alejandro Mugica, hermano de Carlos, quiso publicar una solicitada acusando a Lopez Rega por el asesinato, fue convencido por Bernardo Nestaudt y por Héctor Ricardo García que dicho acto significaría su muerte. Durante la dictadura fue secuestrado en julio de 1977, torturado durante 25 días siendo liberado luego.
El 9 de octubre de 1999 el cuerpo de Mugica regresó donde seguramente hubiera querido descansar, la villa de Retiro, en  la capilla Cristo Obrero que había construido. El cardenal Bergoglio participó de la ceremonia y reclamó: “por los asesinos materiales, por los ideólogos del crimen del padre Carlos y por los silencios cómplices de gran parte de la sociedad y de la Iglesia”
Otro sacerdote que participó de la ceremonia fue Eduardo de la Serna que es coordinador del Grupo de Sacerdotes en  la Opción por los Pobres, quién cuando fue asesinado Mugica era seminarista, sólo había podido concurrir al velatorio en la parroquia San Francisco Solano, pero no tuvo autorización de las autoridades del seminario  para concurrir al velatorio en la villa y al entierro. Dijo el padre de la Serna que le había quedado una espina clavada por no haber podido acompañar a Mugica hasta su última morada. Luego de 25 años esa espina fue quitada cuando pudo llevar el ataúd en el regreso del cuerpo a la Villa de Retiro, según este sacerdote: “Carlos Mugica fue  el primero de los cientos de mártires que la Iglesia argentina dio en nuestro tiempos recientes”.

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